Entonces ayunaron y oraron y les impusieron las manos y los dejaron ir (Hech. 13:3).
Cuando llegó el momento de que la predicación se extendiera por las naciones, el espíritu santo dirigió a Pablo para que realizara viajes misioneros por Asia Menor y Europa. En el libro de Hechos, Lucas señala: “El espíritu santo dijo: ‘De todas las personas apártenme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado’” (Hech. 13:2). Jesús en persona había llamado a Saulo de Tarso para que fuera su “vaso escogido” y llevara su nombre a las naciones. De modo que fue él, el Líder de la congregación, quien le imprimió fuerza a la evangelización (Hech. 9:15). En el segundo viaje misionero del apóstol se vio con toda claridad que Cristo empleaba el espíritu santo para dirigir la obra. La Biblia señala que “el espíritu de Jesús” —o sea, el espíritu santo que él usaba— hizo que Pablo y sus compañeros siguieran una determinada ruta, tras lo cual una visión los condujo a Europa (Hech. 16:6-10). w10 15/9 4:11