Si hablamos con amabilidad a los hermanos, les aliviaremos las cargas, mientras que si los criticamos implacablemente, se las haremos más pesadas. Tal vez hasta los llevemos a pensar que han perdido el favor de Jehová. Queremos animarlos con palabras sinceras y decirles solo lo “que sea bueno para [su] edificación según haya necesidad”. Nuestro deseo es “[impartirles] lo que sea favorable” (Efe. 4:29). Los ancianos, en particular, han de ser amables y tiernos con el rebaño (1 Tes. 2:7, 8). Tienen que tratar “con apacibilidad [incluso] a los que no están favorablemente dispuestos” a escuchar sus consejos (2 Tim. 2:24, 25). También deben demostrar cortesía y consideración al comunicarse por escrito, sea con otro cuerpo de ancianos o con la sucursal. Es necesario que se expresen con bondad y tacto, según el principio expuesto en el texto de hoy. w10 15/6 4:12, 13