20120329

Texto del Jueves 29 de marzo de 2012

No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido, 
sino todo dicho que sea bueno 
para edificación (Efe. 4:29).


El apóstol Pablo no se limita a decir lo que hay que evitar; también nos dice lo que hay que hacer. Impulsados por el espíritu de Dios, debemos hablar de manera edificante a fin de beneficiar a quienes nos escuchan. Además, nunca debería salir de nuestra boca “ningún dicho corrompido”. La palabra griega que se traduce “corrompido” solía usarse para calificar a la fruta, la carne o el pescado en descomposición. Tal como nos repugnan los alimentos podridos, tenemos que detestar la forma de hablar que Jehová condena. Siempre hemos de expresarnos con amabilidad y decencia. Nuestra forma de hablar debe estar “sazonada con sal”, es decir, ser agradable (Col. 3:8-104:6). Al escucharnos, las personas deben notar que somos distintos. Hablando lo que sea “bueno para [su] edificación” lograremos ayudarlas. Adoptemos la actitud del salmista, quien cantó: “Que los dichos de mi boca [...] lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová” (Sal. 19:14). w10 15/5 4:12, 13