20120215

Puntos sobresalientes de Isaías Capítulo 54:1-17

Puntos sobresalientes Isaías 54:1-17




*Isaías 54:1)El apóstol Pablo cita del capítulo 54 de Isaías y explica que la “mujer” significa algo mucho más importante que la ciudad terrestre de Jerusalén. Escribe: “La Jerusalén de arriba es libre, y ella es nuestra madre” (Gálatas 4:26). ¿Qué es esta “Jerusalén de arriba”? Es patente que no se trata de la ciudad con ese nombre situada en la Tierra Prometida, pues tal población está sobre este planeta, no “arriba” en los cielos. “La Jerusalén de arriba” es la “mujer” celestial de Dios, su organización de poderosas criaturas espirituales.¿Cómo puede tener Jehová dos mujeres simbólicas, una celestial y otra terrestre? Según Pablo, la respuesta estriba en el cuadro profético que la familia de Abrahán protagonizó (Gálatas 4:22-31. Sara, “la mujer libre” esposa de Abrahán, representa la organización de seres espirituales, que es como una esposa para Jehová. Agar, esclava y concubina (esposa secundaria) de Abrahán, simboliza la Jerusalén terrestre.Tras décadas de esterilidad, Sara dio a luz a Isaac a los 90 años. Así también, la organización celestial de Jehová atravesó un largo período de esterilidad. Allá en Edén, Dios prometió que su “mujer” daría a luz a “la descendencia” (Génesis 3:15).
 Más de dos mil años después, Jehová estableció un pacto con Abrahán respecto a dicha Descendencia de la promesa, pero la “mujer” celestial de Dios todavía tendría que esperar muchos siglos más para engendrarla. Aun así, llegaría el día en que los hijos de esta “mujer” antes “estéril” serían más numerosos que los del Israel carnal. La ilustración de la mujer estéril nos ayuda a comprender por qué anhelaban tanto los ángeles presenciar la llegada de la predicha Descendencia (1 Pedro 1:12). ¿Cuándo ocurrió por fin este acontecimiento?El nacimiento humano de Jesús sin duda regocijó a los ángeles (Lucas 2:9-14). Sin embargo, aquel no fue el suceso profetizado en Isaías 54:1. Solo cuando se le ungió con espíritu santo, en el año 29 E.C., y Dios lo reconoció públicamente como su “Hijo, el amado”, llegó a ser Jesús un hijo espiritual de “la Jerusalén de arriba” (Marcos 1:10,11; Hebreos 1:5; 5:4, 5). Fue entonces cuando la “mujer” celestial de Dios tuvo motivos para regocijarse, en cumplimiento de Isaías 54:1. Por fin había dado a luz a la Descendencia prometida, es decir, al Mesías. Los siglos de su esterilidad quedaron atrás. Pero no así su regocijo.Tras la muerte y resurrección de Jesús, la “mujer” celestial de Dios se alegró con la vuelta de su favorecido Hijo como “el primogénito de entre los muertos” (Colosenses 1:18). 
A continuación, comenzó a producir más hijos espirituales. En Pentecostés de 33 E.C., unos ciento veinte discípulos de Jesús fueron ungidos con espíritu santo, y así se les adoptó en calidad de coherederos de Cristo. Más tarde en aquel día se ‘añadió’ a otras 3.000 personas (Juan 1:12; Hechos 1:13-15; 2:1-4, 41; Romanos 8:14-16). Este grupo de hijos siguió incrementándose. Durante los primeros siglos de la apostasía de la cristiandad, el crecimiento fue muy lento, pero en el siglo XX el panorama iba a cambiar.


*-Isaías 54:2-4). Estas palabras se dirigen a Jerusalén, como si fuera una esposa y madre que viviera en tiendas, al igual que Sara. La bendición de ver aumentar su familia hace preciso que expanda su hogar. Necesita alargar las telas y cuerdas de la tienda, así como asegurar en un nuevo emplazamiento las estacas que la sostienen. Se trata de una labor gozosa, y con tanto ajetreo es fácil que se olvide de los años que pasó preguntándose ansiosamente si alguna vez tendría hijos que perpetuaran el linaje familiar.La bendición de “la Jerusalén de arriba” ha sido muy grande. En especial desde 1919, su “prole” ungida ha florecido en su condición espiritual recién restaurada (Isaías 61:4; 66:8). Sus integrantes ‘tomaron posesión de naciones’ en el sentido de que se esparcieron por muchos países para buscar a todos los que se unirían a su familia espiritual. Como resultado, la recolección de los hijos ungidos experimentó un avance espectacular. La cifra definitiva de 144.000 pareció alcanzarse a mediados de los años treinta del siglo XX (Revelación [Apocalipsis] 14:3). En esa época, el objetivo principal de la predicación dejó de ser el de reunir a los ungidos. Pero no por ello se detuvo la expansión.Jesús mismo predijo que, además de su “rebaño pequeño” de hermanos ungidos, tendría “otras ovejas” a las que introduciría en el aprisco de cristianos verdaderos (Lucas 12:32; Juan 10:16). Aunque estas no figuran entre los hijos ungidos de “la Jerusalén de arriba”, son sus fieles compañeras y desempeñan un importante papel profetizado mucho tiempo atrás (Zacarías 8:23). Desde la década de los treinta hasta ahora se ha reunido a “una gran muchedumbre” de ellas, lo que ha producido un crecimiento sin precedentes de la congregación cristiana (Revelación 7:9, 10). En la actualidad, los componentes de la gran muchedumbre se cuentan por millones. Todo este aumento ha creado una urgente necesidad de Salones del Reino, Salones de Asambleas y sucursales. Las palabras de Isaías parecen cada vez más oportunas, y a nosotros nos cabe el privilegio de formar parte de la expansión. predicha.


2 PARTE19-*Isaías 54:12). Además, les ha ayudado a distinguir entre la religión verdadera y la falsa. Desde 1919, Jehová ha concedido a los ungidos un entendimiento cada vez más claro de los límites de piedras deleitables”.(límites), o líneas de demarcación espirituales, apartándolos así de la religión falsa y de los elementos impíos del mundo (Ezequiel 44:23; Juan 17:14; Santiago 1:27). Por consiguiente, se les ha separado para que sean el pueblo de Dios (1 Pedro 2:9).20-Isaías 54:11-15). Puesto que la “mujer” de Jehová está en el cielo, es obvio que nunca ha sido afligida ni arrojada por tormenta alguna. Sin embargo, sí sufrió con las dificultades que atravesó en la Tierra su “prole” ungida, sobre todo cuando sus miembros estuvieron cautivos en sentido espiritual en 1918 y 1919. ¿Qué conduciría a los cristianos ungidos a una condición tan segura y bendita? Daniel el profeta predijo que en “el tiempo del fin” se les bendeciría con verdadero conocimiento y perspicacia espiritual en abundancia (Daniel 12:3, 4). Tal entendimiento les ha permitido encabezar la mayor campaña educativa de la historia, con la que han difundido la enseñanza divina por toda la Tierra (Mateo 24:14). A todos nosotros nos conviene preguntarnos: “¿Estoy siendo enseñado por Jehová?”. El aprendizaje no es automático; debemos poner de nuestra parte. Para que Dios realmente nos enseñe se requiere que leamos con asiduidad su Palabra y meditemos en ella; que asimilemos la información contenida en las publicaciones bíblicas que edita “el esclavo fiel y discreto”, y que nos preparemos para las reuniones cristianas y asistamos a ellas (Mateo 24:45-47). Si ponemos todo nuestro empeño en aplicar lo que aprendemos y permanecemos despiertos y alertas en sentido espiritual, la enseñanza divina hará que nos distingamos de quienes forman parte de este mundo impío (1 Pedro 5:8, 9). Y lo que es más, nos ayudará a ‘acercarnos a Dios’ (Santiago 1:22-25; 4:8).21-Isaías 54:16, 17) La profecía de Isaías también muestra que se bendice a los ungidos con paz abundante. ¿Significa esto que nadie los atacará? No, pero Dios les asegura que ni ordenará tales ataques ni permitirá que estos logren su objetivo. Por segunda vez en este capítulo de Isaías, Jehová recuerda a sus siervos que es el Creador. Anteriormente le ha dicho a su esposa simbólica que él es su “Magnífico Hacedor”, y en este pasaje aclara que es el Creador de toda la humanidad.

El versículo 16 representa a un metalario que sopla para avivar las brasas de la fragua mientras crea sus armas destructivas, así como a un guerrero, un “hombre ruinoso para obra de destrozar”. Cuando las fuerzas de este mundo ataquen al pueblo de Jehová, ni siquiera las más poderosas tendrán la menor posibilidad de lograr un triunfo definitivo. ¿Por qué no? Pues, ya han pasado los días de los ataques destructivos contra el pueblo de Dios y la adoración que rinde con espíritu y verdad (Juan 4:23, 24). Jehová permitió a Babilonia la Grande lanzar una ofensiva que triunfó por algún tiempo. Durante un breve instante, “la Jerusalén de arriba” vio a su prole prácticamente reducida al silencio, pues la predicación casi se detuvo en la esfera terrestre. Pero eso jamás se repetirá. La “mujer” salta ahora de júbilo por sus hijos, pues en sentido espiritual son invencibles (Juan 16:33; 1 Juan 5:4). Claro está que se han forjado armas en su contra y aún se forjarán más (Revelación 12:17). Pero estas no han logrado ni lograrán su objetivo. Satanás no posee ningún arma que pueda acabar con la fe y el celo ardiente de los ungidos y sus compañeros. Tal paz espiritual es “la posesión hereditaria de los siervos de Jehová”; nadie conseguirá arrebatársela (Salmo 118:6; Romanos 8:38, 39). El mundo de Satanás es totalmente incapaz de poner fin a la labor y la adoración limpia y perdurable de los siervos dedicados de Dios, y esta garantía es muy tranquilizadora tanto para la prole ungida de “la Jerusalén de arriba” como para quienes componen la gran muchedumbre. Cuanto más aprendamos de la organización celestial de Jehová y la relación de esta con Sus adoradores terrestres, más se fortalecerá nuestra fe. Y si esta es fuerte, las armas de Satanás nunca lograrán derrotarnos 17-. *** ip-2 ***