Diótrefes, a quien le gusta tener el primer lugar entre ellos,
no recibe nada de nosotros
con respeto (3 Juan 9).
Adiferencia de las demás criaturas en la Tierra, los seres humanos fuimos creados “a la semejanza de Dios” (Sant. 3:9). De modo que poseemos atributos divinos como el amor, la sabiduría y la justicia. Veamos qué más hemos recibido de nuestro Creador. El salmista escribió: “Oh Jehová [...], tú, cuya dignidad se relata por encima de los cielos [...,] procediste a hacerlo [al hombre] un poco menor que los que tienen parecido a Dios, y con gloria y esplendor [“honra”, Reina-Valera, 1960] entonces lo coronaste” (Sal. 8:1, 4, 5;104:1). Dios ha coronado, o adornado, a los seres humanos en general con cierta medida de dignidad, gloria y honra. Por tanto, cuando dignificamos a una persona, en realidad estamos honrando al Ser que la dotó de dignidad: el propio Jehová. Y si debemos tratar con respeto al prójimo en general, con mucha más razón debemos respetar a nuestros hermanos cristianos (Juan 3:16; Gál. 6:10). w10 15/10 3:5, 7