No se venguen, amados, [...] sino [sigan] venciendo el mal con el bien
(Rom. 12:19, 21).
Un grupo de 34 testigos de Jehová viajaba a la inauguración de una sucursal. Su avión hizo escala en una zona remota para cargar combustible, pero aquella parada, que normalmente tomaba sesenta minutos, se convirtió por problemas mecánicos en un suplicio de cuarenta y cuatro horas. Como no había suficiente comida ni agua ni baños adecuados, muchos pasajeros se pusieron furiosos y amenazaron al personal del aeropuerto. En cambio, los Testigos conservaron la calma en todo momento. Finalmente, los hermanos llegaron a su destino y por lo menos pudieron asistir a la última parte del programa de dedicación. Aunque estaban agotados, se quedaron a disfrutar de la compañía de sus anfitriones. Tiempo después se enteraron de que su paciencia y su autodominio no habían pasado desapercibidos. Uno de los pasajeros le confesó al personal de la aerolínea: “Si no hubiera sido por los treinta y cuatro cristianos del vuelo, aquello habría terminado en un desastre”. w10 15/6 3:1, 2