Háganse imitadores de mí, así como
yo lo soy de Cristo (1 Cor. 11:1).
El Hijo de Dios nos dejó a todos sus discípulos un ejemplo perfecto de celo y devoción. Ese ejemplo fue lo que destacó Pablo cuando les hizo a sus hermanos en la fe la invitación que se halla en el texto de hoy. ¿Cómo imitaba Pablo a Jesús? Principalmente al no escatimar esfuerzos para predicar las buenas nuevas. Por eso, en sus cartas a las congregaciones pudo exhortarlos con frases como “no sean holgazanes en sus quehaceres”, “sirvan a Jehová como esclavos”, “siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor” y “cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para Jehová” (Rom. 12:11; 1 Cor. 15:58; Col. 3:23). Pablo nunca olvidó la ocasión en que se le apareció el Señor Jesucristo cuando iba a Damasco, así como el mensaje que sin duda le dio el discípulo Ananías de parte de Jesús: “Este hombre me es un vaso escogido para llevar mi nombre a las naciones así como a reyes y a los hijos de Israel” (Hech. 9:15; Rom. 1:1, 5; Gál. 1:16). w10 15/12 2:4