No se inquieten acerca de cómo o qué hablarán (Luc. 12:11).
Todos los cristianos nos beneficiamos de que el espíritu revele las cosas profundas de Dios. Al igual que en tiempos de los apóstoles, nos ayuda primero a entender la información que estudiamos, y luego a recordarla y ponerla en práctica (Luc. 12:12). En realidad, no hace falta tener una gran preparación académica para comprender las verdades profundas que se explican en nuestras publicaciones (Hech. 4:13). Ahora bien, ¿qué podemos hacer para entenderlas mejor? Una manera es pedir espíritu santo. Cuando se siente a analizar información bíblica, solicite la guía del espíritu santo. No olvide hacerlo aunque vaya a estudiar a solas o durante poco tiempo. Esas humildes peticiones complacerán a su Padre celestial. Tal como indicó Jesús, Dios le dará su espíritu con generosidad si se lo pide de todo corazón (Luc. 11:13). w10 15/7 4:11, 12