No te avergüences del testimonio acerca
de nuestro Señor (2 Tim. 1:8).
J oven, ¿estás convencido de que tus creencias y las normas que sigues son las
Porque si estás seguro de lo que crees, tendrás el valor de defenderlo, aunque seas tímido
aunque sientas una gran confianza en ti mismo. Así que, ¿por qué no compruebas si es
cierto lo que te han enseñado de la Biblia? Empieza por lo más básico. Por ejemplo, tú
crees en Dios y has oído las razones por las que otros también creen en él. Pero
pregúntate: “¿Qué me convence a mí de que Dios existe?”. Claro, el propósito al
plantearte esta cuestión no es llenarte de dudas, sino fortalecer tu fe. También podrías
“¿Qué motivos tengo para pensar que las normas de Jehová son para mi bien?” (Isa.
w10 15/11 2:6